El Toisón de Oro (I)

El Toisión de Oro (I). Introducción.

Después de tres años escribiendo, todos los domingos, en el periódico digital zoomnews, en mi columna Protocolo para Todos, tengo que confesar que he estado demasiado tiempo sin muchas ganas de realizar una de mis grandes pasiones que es escribir. Quizás, esa apatía tuvo su causa en escribir sistemáticamente, aunque fue una maravillosa experiencia.

Hoy, comienzo a recorrer los pasos perdidos con una nueva entrada en mi blog, para mi, muy especial, ya que, quiero compartir con vosotros conocimiento, reflexiones y conclusiones sobre el Toisón de Oro, tema central de mi Tesis Doctoral, que es inédita en España. Mis conclusiones no están totalmente alineadas con las opiniones de los más puristas sobre esta Insigne condecoración, pero eso es lo que enriquece mi investigación.

La creación de la Insigne Orden del Toisón de Oro

La Orden tuvo como uno de sus objetivos principales cuando fue creada el mayor enaltecimiento y gloria de Dios, así como, la defensa de la Iglesia. Asimismo, se creó en honor a la Virgen María con la protección del glorioso apóstol y mártir San Andrés, patrono de Borgoña (así como de Escocia y de la Rusia Imperial). Igualmente, la Orden se dirigía al reconocimiento del honor y de la Caballería, y al fomento de la virtud y de las buenas maneras.

No hay que olvidar y esto es muy importante, que esta Orden no estaba vinculada a territorio alguno sino que la jefatura se ejercía por sucesión ius sanguinis, como mayorazgo regular en la descendencia del fundador. Así, con el matrimonio de Felipe el Hermoso, hijo de Maximiliano de Austria y María de Borgoña, y futuro duque de Borgoña, con Juana, hija de los reyes católicos, la Orden se trasladó a España.

Las leyendas relacionan la elección del vellocino de oro como emblema de la nueva Orden con la conquista del toisón (carnero), símbolo de coraje y obstinación de la expedición de Jasón y los argonautas a la Cólquida (actual Georgia) para rescatar el vellocino de oro. Esta añoranza pagana fue sustituida más tarde por el patronazgo de Gedeón, autor, según la Biblia, de un doble milagro con el Toisón.

La elección del carnero tendría posiblemente también mucho que ver con la ciudad de Brujas, capital mundial de la lana, donde se instalaba la nueva Orden.

Pero, la constitución de la Orden que para muchos se explica, como así fue la de la Jarretera, en una causa galante y romántica, para los historiadores más modernos tiene su justificación en un gesto que el duque de Borgoña hizo, tras renunciar entrar en la Orden de la Jarretera, para demostrar su poder político y de soberanía, en rebelión frente al sometimiento que su ducado mantenía con Francia, y así, poder situarse al mismo nivel de los demás estados soberanos europeos, diseñando las alianzas más convenientes para consolidar el nuevo y poderoso estado de Borgoña, teniendo como objetivo hacer olvidar lo que años atrás era un simple ducado frente a Roma, el imperio y el resto de los reinos occidentales. De hecho, a Felipe III el Bueno se le conocía por el sobrenombre de el duque de Occidente.

La Orden fue aparentemente creada con ocasión de la próspera boda del duque con Isabel de Portugal y orientada ante todo a la defensa de la Fe cristiana, pero, fundamentalmente, respondía también a una necesidad, para mi, evidente: el duque perseguía la unión de sus diversos Estados, para fundar así una monarquía poderosa. Para lograrlo necesitaba crear una importante causa que provocara nuevos vínculos entre la nobleza de los diferentes países sometidos a su autoridad. Es por ello, entre otras acciones, que el duque de Borgoña concedió a los caballeros de su Insigne Orden el privilegio de formar parte de su Consejo Privado.

Además, la pertenencia a la Orden era, excepto para reyes y príncipes soberanos, exclusiva de cualquier otra. Gracias a este argumento el duque pudo excusarse de la invitación que se le hizo para recibir el Collar de la Jarretera inglesa.

Felipe III, quiso asegurarse de la total lealtad de los miembros de su Orden e impuso mediante el preceptivo juramento, necesario para ingresar en ella, la obligación de deberle total fidelidad.

La selección de las primeras promociones de caballeros es ciertamente relevante por cuanto procedían de los principales clanes de los territorios que quería unificar.

En relación con esta hipótesis que considero clave para determinar las razones que llevaron a la creación de la Orden, se fortalece, a su vez, con diferentes reflexiones y criterios de otros expertos como (Mínguez, 2015) que coincide en que la Insigne Orden del Toisón fue sobre todo una alianza estratégica diseñada por su creador que procuró articular la nueva Europa que surgía de la Baja Edad Media. Esto nos lleva a valorar que la Casa de Borgoña pretendía liderar este nuevo diseño de Europa con el apoyo de todos los integrantes de la Orden a través del vínculo establecido por la misma.

Las primeras constituciones, en número de sesenta y seis y redactadas en lengua borgoñona-un siglo después se traducirían al latín-fueron promulgadas el 22 de noviembre de 1431; según Martínez- Correcher (2011) el día 30, con ocasión del primer capítulo de la Orden, celebrado en Lille, durante el cual fueron también declarados por el duque los primeros caballeros.

El número de caballeros del nuevo collar del Toisón de Oro fue fijado inicialmente por su fundador en 24, aumentado a 31 con motivo del primer capítulo de la Orden. Entre ellos debían formar una Amigable Compañía, ejerciendo amour et fraternité.

Sus caballeros debían ostentar el collar del Toisón con exclusión de cualquier otra orden, excepto los reyes y emperadores, que podían poseerla con la orden de la que fueran grandes maestres.

La pertenencia a la Orden era vitalicia, pero sus miembros podían ser expulsados en caso de que cometieran alguno de los tres graves delitos recogidos en sus estatutos: concretamente de herejía, de traición o felonía hacia el soberano, y de huida o simple retirada del campo de batalla.

El Collar de la Orden se describe en su estatuto, artículo tercero: se compone de fusils– es decir eslabones estilizados en forma de B entrelazadas-que encuadran pedernales de los cuales parten llamaradas. De su frente pende enganchado un dorado pellejo o vellocino de carnero.

Imagen obtenida de: https://www.revista80dias.es/2019/02/06/156177/que-es-el-toison-de-oro-y-cual-es-su-significado/?cn-reloaded=1

Eslabones, pedernales y llamas eran la divisa personal del duque fundador, cuyo lema era: Ante ferit quam flama micet (Golpea antes de que surja la llama). Estos collares pertenecen a la propia Orden, y a la muerte de cada caballero se deben devolver a ella en trimestre que sigue; por ese motivo van numerados.

La Orden, según recoge en sus estatutos, contaba para su gobierno con cuatro oficiales: un Canciller, un Tesorero, un Grefier y un Rey de Armas-titulado, precisamente, Toisón d´Or.

El duque Felipe, comunicó al Papa la fundación de su Orden, y solicitó su aprobación, recordando las religiosas intenciones que le animaban en defensa de la Fe. El Santo Padre respondió enviando al duque las bulas que aprobaban y confirmaban la institución, datadas en Roma el 7 de septiembre de 1433[1].

Poco antes, los dirigentes del Concilio ya habían dirigido cartas al Jefe y Soberano de la Insigne Orden del Toisón de Oro manifestando su aprobación por la constitución de la misma .


[1] Transcrita en el Apéndice Documental de la matriz.

La imprecisión de llamar «Eméritos» a Don Juan Carlos y Doña Sofía

don-juan-carlos-y-dona-sofia-cenaran-juntos-este-sabado-y-no-sera-por-trabajo

Los Reyes Honoríficos en una imagen de archivo (Gtres)

 

 

Continuamente, se denomina, tanto en los medios de comunicación como en otros ámbitos, tras la nueva situación protocolaria provocada por la proclamación como Rey de Felipe VI , «Reyes Eméritos» a Don Juan Carlos y Doña Sofía. Esto, en mi opinión, no es correcto ni recoge lo determinado en la normativa legal.

El Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto que modificó el que estaba vigente desde 1987 sobre Régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los regentes, con el fin de otorgar un tratamiento singular al Rey Juan Carlos I que, voluntariamente, pone fin a su reinado y a la Reina Consorte.

A tal efecto, en el Real Decreto del 6 de noviembre de 1987 sobre Régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los regentes se añade una disposición transitoria cuarta que dice:

«Don Juan Carlos de Borbón, padre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de Rey, con tratamiento de Majestad y honores análogos a los establecidos para el Heredero de la Corona, Príncipe o Princesa de Asturias, en el Real Decreto 684/2010, de 20 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de Honores Militares.

Doña Sofía de Grecia, madre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de Reina, con tratamiento de Majestad y honores análogos a los establecidos para la Princesa o el Príncipe de Asturias consortes en dicho Real Decreto.

El orden de precedencia de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía en el Ordenamiento General de Precedencias del Estado, aprobado por el Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto, será el inmediatamente posterior a los descendientes del Rey Don Felipe VI».

Es por lo que, a mi juicio, queda claro en esta modificación normativa que lo correcto es utilizar el tratamiento de «Rey o Reina Honorífico/a» cuando nos referimos a Don Juan Carlos y Doña Sofía.

Si bien es cierto que los dos adjetivos tienen cierta relación en la actual situación de los Reyes Honoríficos.

Así, vemos las siguientes definiciones en el DRAE:

Emérito,ta:

  1. adj. Dicho de una persona, especialmente de un profesor: Que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones. U. t. c. s.
  2. adj. En la Roma antigua, dicho de un soldado: Que había cumplido su tiempo de servicio y disfrutaba la recompensa debida a sus méritos. Era u. t. c. s. m.

Honorífico (En el DRAE no aparece como tal sí como Honorario):

Honorario, ria:

Del lat. honorarius.

  1. adj. Que sirve para honrar a alguien.
  2. adj. Dicho de un título o de un cargo: Que se tiene con los honores, pero sin las responsabilidades y funciones efectivas que conlleva.

 

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